La estación del tren de Almería es la llamada Estación del Ferrocarril, todo un símbolo de la historia de esta tierra andaluza, cuyo nacimiento fue unido directamente a la revolución del hierro y, más concretamente, a la extracción del mineral del hierro de las sierras del interior. Las empresas mineras que trabajan en la zona necesitaban un medio de transporte que fuera barato para cargar el material extraído. En concreto, para dar salida al mineral de Alquife (Granada) y de la Sierra de los Filabres (Almería) hasta el Puerto de Almería.
La Estación del Ferrocarril de Almería se diferencia de cualquier otra estación de esta índole de España porque tiene una historia que ha marcado el desarrollo moderno de la ciudad andaluza. De hecho, a raíz del transporte del mineral de hierro se inauguró en 1895 la línea que conectaría Almería y Guadix y, más adelante, el 14 de marzo de 1899, se completó dicha línea hasta Linares, algo que es directamente proporcional a conectar Almería con el resto del país.
Físicamente, la Estación del Ferrocarril es un edificio muy imponente que, en su momento, se convirtió en todo un ejemplo y referente de la revolucionaria Arquitectura del Hierro de aquella época, muy característico de las edificaciones industriales y funcionales de la segunda mitad del siglo XX. Hablamos de una “revolución” porque el hierro cambió los parámetros clásicos o tradicionales de la arquitectura, imponiéndose como un nuevo material de construcción por encima de la piedra o el ladrillo. Además del hierro, se comenzó a utilizar también el cristal como una forma de cerrar paredes y cubiertas. En definitiva, una forma revolucionaria de crear construcciones diáfanas y ligeras.
En cuanto al edificio de la Estación del Ferrocarril en sí mismo, se compone de tres pabellones o cuerpos. En la fachada principal se encuentra el pabellón central y principal, que responde a una auténtica creación de la Arquitectura del Hierro ya que está formado y construido con los dos materiales simbólicos: el hierro y el cristal. A simple vista se aprecia una gran vidriera en la entrada de acceso al edificio.
Se trata de un pórtico grande e imponente que en la época era muy apropiado para recibir a los almerienses o invitados que probaban el nuevo medio de transporte. Por último, los otros dos pabellones o cuerpos laterales de la edificación están revestidos con cerámica vidriada pero se componen de ladrillo y piedra.