Sin duda alguna, la Medina es uno de los monumentos más emblemáticos y conocidos de Almería. Aunque no le pongas una imagen concreta, seguro que te suena. Se trata, en definitiva, del núcleo primitivo de la ciudad de Almería. Fue Abderramán III, el octavo y último emir independiente y primer califa omeya de Córdoba, quien fundó la ciudad de Almería en el año 955, es decir, en el siglo X. Para ello, amuralló el interior de la Medina y mandó construir al mismo momento una fortaleza que sirviera para defender la ciudad de posibles ataques, además de construir también una mezquita para la oración.
La Medina era bastante amplia: se extendía desde la Avenida del Mar hasta la calle de La Reina. Además, el famoso camino de Pechina o calle Real de Almedina cruzaba en forma diagonal toda la Medina desde la Puerta de la imagen (que se encuentra al inicio de la calle Reina) hasta la calle Sortida o Socorro, ubicado en la calle Socorro. El trazado de la calle Pechina o Real de Almedina se sigue conservando hoy en día, símbolo histórico y cultural de la medina califal del momento.
Otra de las calles principales era la que iba desde la calle Cruces Bajas, Santa María, San Antón y San Juan. Las calles principales no tenían una anchura superior a 3 metros, mientras que todas las demás calles eran secundarias y se injertaban en las principales, todavía más estrechas y sinuosas. Además, las secundarias formaban inmensas ramificaciones de callejones, algunos sin salida.
Como es lógico, en las calles tan estrechas no había espacio para colocar plazas grandes o placetas más pequeñas, por lo que el barrio comercial formado por alhóndigas, zocos y bazares se encuentra al lado de la Mezquita Mayor. Por último, las atarazanas ocupaban un buen espacio y multitud de barrios la rodeaban, cada uno con su pequeña mezquita.