Almería es una ciudad llena de historia y cultura, sin duda alguna, todo un referente de las raíces de nuestro país que merece la pena visitar. El llamado “Cable Inglés” de Almería es el cargadero mineral y está situado en la famosa Playa de las Almadrabillas, junto al muelle de levante y en la terminal de un ramal de la vía férrea. Fue levantado por una compañía minera inglesa, quien en un principio mantuvo la propiedad sobre el Cable Inglés. El nombre de este monumento proviene del nombre de la compañía: “The Alquife Mines Railway Limited”.
La empresa de minería de origen inglés obtuvo su concesión en el año 1901, e inmediatamente después, en el año 1902, comenzó a tramitar el procedimiento de construcción del Cable Inglés de Almería. Según los expertos arquitectónicos, esta construcción se ha posicionado como un referente de la arquitectura, un ejemplo y obra maestra de la Arquitectura del Hierro que se puso de moda en el siglo XX. A simple vista, parece que es imposible de construir algo así, pero todo tiene su razón.
Y es que su construcción y posterior edificación es posible gracias a la construcción del puerto y del ferrocarril en sí mismos, es decir, su construcción se mueve en la corriente eléctrica pero a su vez introdujo un novedoso mensaje arquitectónico debido al uso en primicia de un nuevo material: el hierro. Lo que lo convierte en un monumento único es la combinación que hace con su entorno, rodeado de mar y donde, actualmente, se encuentra la estación de tren Renfe en Almería capital.
Hablando de lo que se refiere el Cable Inglés en sí mismo, se compone de dos partes bastante diferenciadas entre sí. La primera de ellas es el acceso que une la estación del ferrocarril con el cargadero y, la segunda, es el propio embarcadero que es la parte más grande de la edificación y a través del cual los trenes podían descargar directamente el material o la carga en los barcos, algo que en la época fue realmente revolucionario.
El acceso al Cable Inglés comienza en una terminal de la vía férrea, cuyo tramo medio reposa en amplios arcos de medio punto sobre pilares de cantería, y que se encuentran separados por tramos metálicos a base de grandes vigas de hierro. Finalmente, la revolución con el Cable Inglés fue tal, que en 1988 fue declarado Bien de Interés Cultural, obviamente, por sus valores históricos, culturales, simbólicos y, como no podía ser de otra forma, también estéticos.